La oveja negra, capitulo 3
Todos los días María miraba hacia la calle por la ventana de
su cuarto en el segundo piso.
Veía entristecida como los niños del barrio jugaban en los
balancines o columpios de la plaza, ella no podía hacerlo, no la dejaban salir.
A menudo intentaba hacer que su madre la dejara salir a
jugar un rato, pero la respuesta de ella siempre era la misma:
-No. ¿Quieres que la gente se ría de ti cuando te vea? ¿Quieres
que nos señalen con el dedo por tener una hija tan fea?-
Al principio esas palabras hacían llorar a María, pero el
tiempo la hizo acostumbrarse a esos comentarios hirientes.
Su autoestima se encontraba por los suelos y había decidido
no mirar jamás un espejo, no le gustaba lo que veía en ellos: una cara deforme,
un reflejo torcido de como ella era en verdad.
Por eso María siempre andaba despeinada y mal vestida.
Continuará…
