capitulo 2:
No sé si reírme o ponerle mala cara a la señora Nena,
con tijera en mano me dice que me hará el corte tipo vasenica.
En la escuela me molestan por ser callado, imaginen
cuando me vean con un corte como ese, no van a parar de burlarse en todo el
año.
-¡No!- me apuro a decir
-Te asustaste ah, jijiji-
La miro feo, pero respiro aliviado.
Al final me hace un corte decente. Mi mamá queda
conforme
-Ahora si pareces gente- me dice
Queda apenas un día para entrar a clases y yo estoy intranquilo. No
por mi corte de pelo sino por lo pesados que son los niños conmigo. Tengo un compañero,
el Nicolás Villalobos que no para de molestarme, me pone apodos y una vez hasta
me esperó escondido atrás de un árbol solo para sacarme la cresta.
Pobre de mí, hasta escupitajos me llegaron.
Yo no sé pelear muy bien, siempre he sido un niño muy
pacifico y cuando veo algún conflicto
trato de alejarme lo más posible. Una vez me tocó arrancar de unos niños
de otro barrio, querían pegarme, pero afortunadamente mi primo Saúl apareció
como caído del cielo y los espantó.
Es hora de almorzar. Mi mamá hizo pastel de choclo, le
queda exquisito, yo siempre pido dos
platos y esta no es la excepción.
-Tu taita otra vez se fue a tomar- dice mi mamá un
tanto molesta- apuesto que anda metido en el San Carlos-
Sospecho que en un rato mas lo irá a buscar, mientras
tanto se pone a disfrutar del pastel de choclo. En verdad esta riquísimo.
Aun es verano y hace mucho calor, salgo un rato a sentarme
en el banquito que hay afuera de mi casa. Por la calle aun se pueden ver varios
turistas y a ratos se forman tacos. El bullicio es enorme, pero sé que en un
par de días el barrio volverá a estar tranquilo y sin tanta bulla.
-Hay helado Savory helado-
Se me hace agua la boca, me gustaría tomarme un
helado, pero no hay plata, mi mamá no ha hecho lavados y la poca plata que dejó
mi papá es para la feria del lunes.
El heladero pasa por mi lado y me mira como diciendo
"Cómprame helados, niñito, cómprame helados"
Me encantaría en verdad, pero no puedo, miro hacia la
playa, se ve hermosa.
El heladero se pierde calle abajo y sus gritos se van
ahogando poco a poco.
-¿Queris un helado?- me pregunta alguien
Es Juan, mi único amigo, tiene una casa en la playa y
su papá trabaja en la mina Jeepito. El Juan ha sido mi amigo desde el kínder,
es flacuchento como yo, pero no tan tímido, es bueno para la pelota y cuando
grande quiere ser como Carlos Caszely. Lástima que no sea bueno para los
combos, sino me defendería del Nicolás cuando este me pega.
-¿Queris un helado?- me vuelve a preguntar
La respuesta es obvia, se me hace agua la boca por un
helado.
El Juan me muestra un montón de monedas
-Mi papá está de pago- dice
-Alcancemos al heladero-
Corremos tras el heladero, por unos minutos me olvido
de la orden de mi mamá de quedarme sentado en el banquito y no ir a ninguna
parte, pero hace mucho que no tomo un helado y además se veían tan ricos.
Por fin logramos alcanzar al hombre. Juan le compró
dos helados de chirimoya alegre
-Son los helados más ricos de todo Tongoy- dijo el
hombre mientras sonreía enseñando su
dentadura en mal estado.
Volvimos al banquito afuera de mi casa. Mi mamá y la de Juan estaban en la puerta
-¿Donde fueron?-
Juan se puso pálido, como la Luna
-¿Donde fueron?- pregunta mi mamá
-Mira, mamá- le dije- el Juan me compró un helado
La mamá del Juan casi le vuela la jeta de una
cachetada, mi pobre amigo dejó caer el helado y se puso a llorar
-¡Este cabro desgraciado me robó plata!- dijo la
señora
Juan se calla,
es evidente que su madre no miente, él le
había robado la plata.
La señora se lo lleva de una oreja a la casa, de
seguro le espera un par de correazos. Pobre amigo mío.
Mi mamá me mira molesta:
-Te dije que no salieras a la calle-
-Perdón, mamá-
Me tira las orejas. ¡Eso duele! me entra a la casa y
el resto de la tarde me la paso leyendo un libro de cuentos.
Mi papá aparece cerca de las seis, cayéndose de
borracho y oliendo muy mal.
Mi mamá comienza a regañarlo y se inicia una larga
discusión entre ellos. Yo prefiero no escuchar, me distraigo mirando una
revista de bicicletas. Me encantaría aprender a andar en bici, sería
fabuloso, aunque no tengo bicicleta,
pero siempre he soñado con que me regalen una.
Mi papá se acuesta y mi mamá comienza a calentar agua
en un tarro. No teníamos ducha, nadie en
el sitio la tenia. Éramos muy pobres, pero mi mamá se ilusionaba con que algún
día tendríamos nuestra propia ducha.
El agua está rica. Calentita
-Bien restregada la espalda- dice mi mamá
Con un viejo paño me voy pasando por todas partes del
cuerpo (incluso donde no da el sol)
Tomo once temprano (un rico pan amasado con un vaso de
leche con chocolate) luego me voy a acostar con los nervios devorándome por
completo. No quiero volver a la escuela, no quiero.
Me quedo dormido cerca de las dos de la mañana, sueño
puras tonteras y el despertador me mata del susto, luego aparece mi mamá:
-A levantarse que hay que ir a la escuela-
Me cuesta levantarme, a regañadientes me levanto y
tomo desayuno.
Mi mamá me
peina con el pelo bien engominado, como si una vaca me hubiera pasado la lengua
por la cabeza.
-Bien habiloso- me dice y me da un beso en la mejilla
Quiero despedirme de mi papá, pero llega a roncar.
Me voy al colegio, afuera está helado, extraño mi
tibia camita, me dan ganas de devolverme.
El Juan me alcanza en la esquina, le pregunto si le
pegaron mucho porque se robó la plata, pero no responde.
Yo estudio en la escuela F-174, voy en cuarto año B,
es un hermoso establecimiento, me agradaría mas si no estuvieran algunos niños
pesados como el Nicolás Villalobos o el Romilio. Nunca se cansan de molestarme.
Faltan diez para las ocho y la puerta de la escuela se
llena de niños, compañeros y amigos que se reencuentran tras el verano, otros
van por primera vez a estudiar, como los niños de kínder quienes son
acompañados por sus padres y uno que otro se pone a llorar.
Don Víctor, el director de la escuela está parado en
la puerta y les da la bienvenida a todos. Me cae bien, siempre tiene una
palabra amable para mí o mi familia. Es un gran director.
Veo a algunos de mis compañeros, me saludan y yo con
un hilillo de voz les respondo.
Entro a la sala y pongo mi mochila en la fila junto a
la ventana, cerca del profesor y lejos de los niños malos del curso, también me
sirve para escuchar mejor la clase.
Veo que entra una niña, bonita como ninguna. Es nueva,
no estuvo en los años anteriores con nosotros. Su pelo se mueve suavemente
mientras camina a su puesto. ¿Cómo se llamará?
Me quedo mirándola largo rato. Que linda es.
Suena la campana y toca salir a formarse. Seguramente
Don Víctor dará un discurso y se entonará el himno nacional.
Me pongo en la fila, no soy muy alto por lo que me
pongo de los primeros, vuelvo a mirar a la niña bonita, pero disimuladamente
-¿Que anday vendiendo?- me pregunta el Juan
-¿Ah?-
-¿Que anday vendiendo?-
No le entiendo hasta que me apunta la entrepierna con
un dedo:
-Tienes el cierre abierto-
¡Cresta! ¿Y ahora como me lo subo sin que los demás se
den cuenta?
