RESUMEN: Miguel aprovecha que Liliana no
está y se va a la casa de Paulina con el pretexto de esperar a su polola,
Paulina evita su acosadora mirada, pero el odioso la sigue por toda la casa, de
pronto el vestido de Paulina se enreda en algo y se le levanta….
Paulina reaccionó rápido y se arregló el
vestido a toda prisa, pero ya era tarde;
Miguel ya le había visto todo, quedó alucinado por su minúsculo calzón metido
en su blanco culo.
-¡Ay!- dijo ella
Miguel sonreía como un estúpido, pero
luego trató de disimular.
Se produjo un tenso silencio.
-S-siéntate a ver tele- le dijo ella
Miguel se sentó. Tenía una erección y también trataba de
disimularla, pero nada le sacaba de la cabeza lo que acababa de ver: los
calzones de Paulina.
Ella se fue a la cocina a guardar la
loza.
-Qué vergüenza- pensó- este weon
psicópata me vio todo-
Rogaba para que Liliana llegara luego.
Mientras Miguel se saboreaba en el
sillón.
-Su culito tan blanquito…
Fue hasta la cocina
-¿Te ayudo en algo, Pauly?-
-¿”Pauly”?- pensó ella- patuo este weon-
-¿Te ayudo en algo?- le volvió a
preguntar
-No, gracias-
Por la ventana de la cocina Paulina vio
a Paolo en el patio
-El afuera tan solito y yo aquí con este
weon tan feo- pensó ella
Miguel se acercó.
-No me molesta tener que ayudarte-
Tomó el plato que estaba secando Paulina
y al hacerlo le tomó la mano
En ese momento Paulina divisó con alivio
a Liliana por la ventana
-Mira, ahí llegó Liliana-
Ella se dio media vuelta, pero quedó
frente a Miguel. Él apoyó sus manos en el lavaplatos dejándola casi sin opción
de salir.
Sus ojos se clavaron en Paulina
-Llegó la Liliana- dijo ella un tanto
nerviosa
-Si se-
-Permiso-
Paulina le apartó las manos y fue a toda
prisa hasta la puerta, iba roja como tomate.
-¡Liliana!-
-Hola, Pauly-
-Te están esperando aquí-
-¿Quién?-
Miguel asomó su fea cara por la puerta,
aún estaba caliente por haber visto los calzones de Paulina.
-Hola, mi amor- dijo y saludó a Liliana
con un beso
-Weon cínico- pensó Paulina
Al parecer Paolo también pensaba que
Paulina era muy atractiva y cada vez que se la encontraba se quedaban mirándola
y le dedicaba una sonrisa.
Paulina también le correspondía y así
poco a poco comenzó a sentirse atraída hacia el apuesto italiano, aunque jamás
pensaba decírselo, sin embargo las circunstancias la llevarían a algo distinto.
Paolo inauguró su gimnasio y Paulina fue
una de las primeras que se inscribió.
Todas las vecinas acudieron al local
enamoradas del apuesto italiano, pero este parecía tener ojos solo para
Paulina, aunque ella estuviera casada.
Paulina iba de short al gimnasio
luciendo sus blancas y lindas piernas que causaban furor entre los vecinos,
sobre todo en Ño Ceferino “El burro”
-Uy, mijita- dijo este- ¡Que piernas!-
Paulina lo ignoraba.
A ella le encantaba ir al gimnasio, más
que para hacer ejercicio era para ver a Paolo quien lucía apretadas poleras que
le remarcaban sus poderosos músculos.
-Mijito- pensaba ella
Estaba largo rato en el gimnasio
-Lo malo es que tengo que pasar en short
cerca de esa esquina donde están todos esos borrachos-
-Cámbiate de ropa aquí-
-Tengo que ducharme-
-Por eso; puedes traer tu ropa y te
duchas aquí-
-Es buena idea-
Al otro día Paulina le hizo caso al
italiano y llevó ropa para ducharse después de los ejercicios.
-El esta tan cerca- pensó en la mientras
se desnudaba en la ducha