El hombre que odiaba las cruces, capitulo 2
La camioneta era vieja y crujía al avanzar por
aquellos desolados y polvorientos caminos.
Al interior del vehículo viajaban Don
Benancio, su esposa Lucrecia y sus hijos Amatista y Joel. Llevaban la camioneta cargada con sus cosas: colchones,
muebles, bolsos, etc. Iban a la casa que
perteneció a los Rivera, la habían comprado hace poco.
-Ahí van los ajuerinos- dijo Ña Peta al ver la
vieja camioneta pasar frente a su casa, haciendo ladrar a los perros- van a
meterse en puros problemas con esa casa, esa propiedad está maldita-
-A lo mejor no creen en leyendas- le dijo Don
Ceferino
-Ya van a creer, viejo, ya van a creer-
-Llegamos- dijo Don Benancio, frenando la
camioneta con mucho ruido- esta es la casa-
Amatista puso mala cara
-Está re fea, papá-
-Bah, con una buena pintadita va a quedar como
nueva-
Bajaron las cosas y empezaron a ordenar la
casa, después llegaron los camiones con los animales: cerdos, caballos,
gallinas, gansos, patos y vacas. A todos
los encerraron en los corrales.
La primera noche que pasaron en la casa fue
muy tranquila, aunque Don Ceferino tuvo una horrible pesadilla en donde un
hombre muerto volvía a la vida y le
mordía el cuello.
Al otro día Amatista y Joel fueron al pueblo a
caballo. Querían conocer el lugar.
Ambos habían sido criados en el campo, pero
Joel había pasado un año en la ciudad y se enamoró de la modernidad, por eso
quería terminar pronto sus estudios y regresar a la vida citadina.
Había una
pequeña tienda en el pueblo que tenia de todo, la atendía Don Lalo
-Forasteros- dijo al ver a los recién
llegados- bienvenidos a San Pedro-
-Estamos viviendo en la casa Rivera- dijo Joel
y el rostro de Don Lalo cambió
Continuará…