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No pasaría mucho tiempo para que las vecinas
empezaran a hablar de Rebeca, ella en verdad deslumbraba cuando pasaba por la
calle con sus vestidos tan cortos y sus blusas escotadas.
El primero que se anduvo haciendo el lindo fue
Mauricio, un vecino que trabajaba manejando buses, se hizo tan amigo de Rebeca
que las viejas empezaron a decir que eran amantes.
-Quizás como embrujó al pobre Mauricio que pasa en
su casa nomas- decía la señora Elvira
-Que es exagerada esta vieja- pensaba yo
Pero a la semana siguiente Rebeca y Mauricio
caminaban de la mano por el parque
-Lo tiene embrujado- decían las viejas- se nota
altiro, esa mujer algo le dio-
Rebeca no tardó en tener problemas, se enteró que María,
una de sus vecinas cercanas la andaba pelando por lo que fue hasta su casa y le
dio la paliza de su vida, mi mamá me contó que Rebeca había arrastrado de las mechas a María.
La relación con Mauricio fue muy breve, pero no fue
el único que tuvo el privilegio de andar de novio de Rebeca, después le siguieron
varios otros y la reputación de ella quedó por los suelos, la gente hablaba
pestes de ella, pero a Rebeca no le importaba, ella vivía su metro cuadrado.
Pero ninguno de los novios de Rebeca duraba mucho
tiempo con ella.
Hasta entonces ella nunca me había hablado, pero
aquella tarde Rebeca venia cargada del supermercado y yo estaba regando el jardín.
-¿Me ayudas?- me preguntó
¿Y cómo le iba a decir que no?
