Mi mamá me pasa el pantalón de color gris y yo ya sé
lo que eso significa: Estamos a muy
pocos días de volver al colegio y no quiero.
No me malentiendan, no es que sea un niño flojo, (de
hecho soy bastante habiloso) el problema son mis compañeros de curso; me
molestan y me quitan la colación, además de ponerme sobrenombres. Se han esmerado tanto en molestarme, que no
tengo ningún amigo y en los recreos me la paso solo en un rincón del patio,
viendo como los otros niños juegan.
Todo se debe a que soy demasiado tímido y
prácticamente no hablo en clases, de hecho, en kínder no dije una sola palabra
durante todo el año. La profesora y mis compañeros pensaron que yo era mudo,
pero cuando mi mamá les dijo que no, intentaron hacerme hablar por todos los
medios posibles, aunque nada les resultó. Yo no dije ni una sola palabra.
Recién en primero básico hablé, aunque muy poquito, y
como los demás veían que no hablaba y que además era medio torpe empezaron a
molestarme y a ponerme sobrenombres. Yo
era medio alejado de la mano de dios así que los apodos hacia mi rostro
abundaban y yo no les decía nada pues les tenía miedo y tampoco quería meterme
en problemas.
Mi niñez fue muy solitaria. Tímido, como era, me
costaba hacer amigos y los otros niños del barrio no se juntaban conmigo por lo
que me la pasaba en el patio de mi casa jugando con mis soldados de plomo y mis
granjas en miniatura.
Era hijo único así que tampoco tuve hermanos con quien
compartir. Me pasaba los días en compañía de mi mamá quien lavaba ropa por encargo. A mi papá lo
veía poco, se la pasaba trabajando y los
fines de semana se mandaba a tomar con sus amigos. Nosotros vivíamos muy cerca
del "San Carlos", una de las dos quintas de recreo que habían en
Tongoy, en ese lugar mi mamá no era bienvenida pues varias veces había ido
furiosa a buscar a mi viejo y a puro escobazo lo había sacado de ahí golpeando
en más de una ocasión a las niñas con escasa ropa que ahí trabajaban.
-Algún día te voy a llevar al San Carlos pa que te
hagay hombre- me decía mi papá cuando llegaba borracho
-No le digas esas cosas al niño- gruñía mi mamá
Y empezaban a discutir.
Pero el San Carlos aun no estaba entre mis
preocupaciones, por ahora mis nervios estaban a punto de estallar por tener que
entrar a la escuela.
Me llamo Jetulio (No se rían, me pusieron ese nombre
en honor a mi abuelo Don Jetulio Benavides) y esta es mi historia:
1
Mi mamá me mira y me dice lo que me ha repetido
durante todo febrero:
-Te voy a echar abajo esa chasca-
En verdad estaba bien pelucón, pero estábamos esperando a que se acercara la
época de escuela para cortarme el pelo.
-Toma, anda donde el Priscila- me dice mi mamá y me
pasa mil quinientos pesos
A mí no me gusta cortarme el pelo donde el Priscila,
dicen que hace cariñitos mientras pasa la tijera y además si mis compañeros me
vieran entrando ahí me molestarían todo el año.
No, yo me
corto en otro lado, hago lesa a mi mamá y en vez de irme donde el Priscila me
desvío donde una señora que corta igual de bien.
Hasta el momento mi mamá no ha notado la diferencia.
Aquí estoy, frente a la señora Nena
-¿Cómo quieres
que te corte?- me pregunta
Y yo no tengo idea de que corte hacerme. La verdad es
que mi mamá siempre me acompaña a cortarme el pelo y ella le dice a la
peluquera como quiere que me corte, pero ahora vine solo.
¿Cómo cortarme?
-¿Cómo te corto?- vuelve a preguntarme
Yo me encojo de hombres
-Uta el niño pa tonto- dice
-Bien corto- me atrevo a aclararle- es pa ir a la
escuela-
-Ah, hubieray dicho eso desde un principio-
Sonreí, pero me volví a espantar cuando dijo:
-Te voy a hacer el corte tipo vasenica
No hay comentarios:
Publicar un comentario