Todos los
presentes guardaron silencio.
-No tengo
pa que prestarte mi guitarra, mi niña- dijo la abuela Ercilia
Tras ella
había un paquete envuelto, sus curvas hacían presagiar de qué se trataba.
Antonia se
acercó lentamente a donde estaba aquel
paquete
-Ábrelo-
le dijo su abuela- es para ti-
Antonia
abrió aquel regalo y descubrió una hermosa guitarra café.
-Es de parte de tu mamá y de mí-
Los ojos
de la muchacha se llenaron de lágrimas
-Gracias,
abuela-
Abrazó a
la anciana y no pudo contener su llanto de emoción
-Gracias a
ti también, mamá-
Le dio un
abrazo a su madre
-La
guitarra esta afinadita- dijo la abuela Ercilia- puede tocarla nomas-
Antonia
esperó unos segundos, se secó las lágrimas y empezó a tocar una cueca en medio
de los aplausos y vítores.
No
tardaron en salir las primeras parejas a la pista, empezaron los zapateos y los
gritos de "Vuelta".
Antonia
tocó dos cuecas y luego recibió el aplauso de los ahí presentes
-Pero
cante también, mi niña- le dijo la abuela Ercilia
Antonia
tenía una voz muy hermosa, pero le daba vergüenza cantar
-No,
abuela- dijo- mejor no-
-Ande,
cante, no sea tímida-
-¡Que
cante, que cante!- empezaron a gritar todos
Antonia
les hizo caso y empezó a cantar. Todos quedaron maravillados con aquella voz
-Canta
precioso- decían
A la
abuela Ercilia y a la señora Rebeca se les caían las lágrimas de emoción.
Antonia
volvió a ganarse los aplausos de los ahí presentes, después volvió a donde
estaban Jennifer y sus otros amigos.
Fue un
hermoso cumpleaños, Antonia lo recordaría por siempre no solo por haber
recibido la guitarra de regalo, sino también porque sería su ultima celebración de cumpleaños en mucho
tiempo.
Se
avecinaba una época de muchas desgracias.
Antonia
estuvo tocando guitarra hasta casi las dos de la mañana, quería probar su
guitarra, oír como sonaban las cuecas que tanto le gustaban esta vez tocadas
por ella.
Al
amanecer escuchó gran alboroto en el comedor, se levantó a ver que estaba
ocurriendo.
Su madre
charlaba acaloradamente con Jorge, uno de los vecinos
-¡Huir no
es la solución!- decía la señora Rebeca- ¡Hay que quedarse y enfrentar a los
milicos!-
-Yo me
voy, no quiero que maten a alguno de mi familia-
-Si es que
llegan a venir, aunque no creo, este campo está lejos de la capital-
La señora
Rebeca sintonizó la radio, el presidente
Allende estaba dando un discurso:
"....Trabajadores
de mi patria, tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este
momento gris y amargo en el que la traición pretende imponerse. Sigan ustedes
sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes
alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor.
¡Viva
Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!..."
La radio
quedó en silencio, la señora Rebeca y Jorge se miraron asustados
-Dicen que
van a bombardear la moneda- dijo este último
-Me
gustaría estar allá para defender al compañero presidente-
Al ver a
Antonia intentaron disimular
-Buenos
días, mi niña- dijo la señora Rebeca -¿Como amaneció?-
-Bien ¿Qué
pasa, mamá?
-No pasa
nada, mi niña, todo está bien-
-Tienes
carita triste-
-Estoy
bien, solo me duele un poco la cabeza, nada más, vaya a sentarse para que le
sirva desayuno-
Durante
todo ese día la gente de la hacienda corría de un lado a otro, todos andaban
muy nerviosos y Antonia vio a la familia Pérez con un montón de maletas.
Se apuró a
interrogar a Jennifer
-Jennifer
¿A dónde va tu familia?-
-Nos vamos
del país, mi papá dice que nos marcharemos a Francia, tiene unos amigos que nos
van a llevar-
-¿Por
qué? ¿Qué pasó?-
-No me
quieren decir, dicen que son cosas de grandes, que después lo voy a entender-
-No quiero
dejar de verte-
Antonia
abrazó a su amiga
La madre
de Jennifer tomó la mano de su hija:
-Vamos,
Jenny, antes que vengan-
Jennifer
se puso a llorar:
-Adiós,
Antonia, jamás me olvidaré de ti, amiga
mía-
-Jennifer...
La señora
Rebeca apareció:
-Antonia,
vamos pa' la casa, es peligroso estar afuera-
Antonia no
entendía que estaba pasando ¿Por qué
todo el mundo actuaba con miedo?
-¿Que está
pasando en la hacienda?- le preguntó a
su mamá
Pero no le
respondió.
-¿Que está
pasando?- volvió a preguntar
-Son cosas
de grandes, hija, no puedo explicarte ahora-
Se
metieron a la casa y de ahí no salieron el resto del día.
Antonia
estaba asustada, sus padres nunca habían actuado así, Don Gregorio preparaba
una escopeta y la señora Rebeca no dejaba de mirar por la ventana. Ambos
estaban asustados.
-Antonia,
escucha bien, si algo nos pasa debes ir donde tu tío Enrique-
-¿De qué
hablas, mamá? ¿Qué es lo que va a pasar?-
Su madre
no respondió, la besó en la frente y luego continuó mirando por la ventana.
Antonia
estaba un poco confundida
-¿Qué
pasa?-
Le
preguntó a su abuela
-Hombres
malos, mi niña- dijo la anciana - hombres malos han arruinado esta época de gloria para el pueblo- los ojos de la
abuela se humedecieron- esperemos que esta pesadilla termina pronto-
Antonia
nunca había visto llorar a su abuela, eso la preocupó aun más.
Por la
noche la señora Rebeca hizo que Antonia se acostara temprano
-No salgas
de tu pieza a menos que te llamemos- le dijeron
Antonia no
pudo dormir, se quedó tendida sobre su cama intentando escuchar que estaba
pasando en el comedor.
Pudo oír a
su padre hablar mal de los militares y echar garabatos mientras cargaba su
escopeta.
De pronto
se escucharon disparos afuera
-¡Ya
vienen!- gritó la abuela Ercilia
-¡No van a
entrar a esta casa, milicos de mierda!- gritó Don Gregorio
Se escuchó
un sinfín de balazos y luego un grito de dolor
Antonia
temió lo peor
-¡Echen
abajo la puerta!- gritó alguien
Se escuchó
un horrible ruido y luego la señora Rebeca comenzó a gritar
-¡Antonia,
Antonia, tienes que salir de la casa!-
Golpearon
la puerta de la habitación de Antonia
-¡Antonia,
abre la puerta!- le dijo su madre, estaba aterrada
Antonia
obedeció
-¿Qué
pasa, mamá ?-
-Toma toda
la ropa que puedas y vete donde tu tío Enrique-

No hay comentarios:
Publicar un comentario