sábado, 17 de marzo de 2018

Antonia, capitulo 2


Todos los presentes guardaron silencio.
-No tengo pa que prestarte mi guitarra, mi niña- dijo la abuela Ercilia
Tras ella había un paquete envuelto, sus curvas hacían presagiar de qué se trataba.
Antonia se acercó  lentamente a donde estaba aquel paquete
-Ábrelo- le dijo su abuela- es para ti-
Antonia abrió aquel regalo y descubrió una hermosa guitarra café.
  -Es de parte de tu mamá y de mí-
Los ojos de la muchacha se llenaron de lágrimas
-Gracias, abuela-
Abrazó a la anciana y no pudo contener su llanto de emoción
-Gracias a ti también, mamá-   
Le dio un abrazo a su madre
-La guitarra esta afinadita- dijo la abuela Ercilia- puede tocarla nomas-
Antonia esperó unos segundos, se secó las lágrimas y empezó a tocar una cueca en medio de los aplausos y vítores.
No tardaron en salir las primeras parejas a la pista, empezaron los zapateos y los gritos de "Vuelta".

Antonia tocó dos cuecas y luego recibió el aplauso de los ahí presentes
-Pero cante también, mi niña- le dijo la abuela Ercilia
Antonia tenía una voz muy hermosa, pero le daba vergüenza cantar
-No, abuela- dijo- mejor no-
-Ande, cante, no sea tímida-
-¡Que cante, que cante!- empezaron a gritar todos
Antonia les hizo caso y empezó a cantar. Todos quedaron maravillados con aquella voz
-Canta precioso- decían
A la abuela Ercilia y a la señora Rebeca se les caían las lágrimas de emoción.
Antonia volvió a ganarse los aplausos de los ahí presentes, después volvió a donde estaban Jennifer y    sus otros amigos.
Fue un hermoso cumpleaños, Antonia lo recordaría por siempre no solo por haber recibido la guitarra de regalo, sino también porque sería  su ultima celebración de cumpleaños en mucho tiempo.
Se avecinaba una época de muchas desgracias.

Antonia estuvo tocando guitarra hasta casi las dos de la mañana, quería probar su guitarra, oír como sonaban las cuecas que tanto le gustaban esta vez tocadas por ella.

Al amanecer escuchó gran alboroto en el comedor, se levantó a ver que estaba ocurriendo.
Su madre charlaba acaloradamente con Jorge, uno de los vecinos
-¡Huir no es la solución!- decía la señora Rebeca- ¡Hay que quedarse y enfrentar a los milicos!-
-Yo me voy, no quiero que maten a alguno de mi familia-
-Si es que llegan a venir, aunque no creo, este campo está lejos de la capital-
La señora Rebeca sintonizó  la radio, el presidente Allende estaba dando un discurso:
"....Trabajadores de mi patria, tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo en el que la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor.
¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!..."
La radio quedó en silencio, la señora Rebeca y Jorge se miraron asustados
-Dicen que van a bombardear la moneda- dijo este último
-Me gustaría estar allá para defender al compañero presidente-
Al ver a Antonia intentaron disimular
-Buenos días, mi niña- dijo la señora Rebeca -¿Como amaneció?-
-Bien ¿Qué pasa, mamá?
-No pasa nada, mi niña, todo está bien-
-Tienes carita triste-
-Estoy bien, solo me duele un poco la cabeza, nada más, vaya a sentarse para que le sirva desayuno-

Durante todo ese día la gente de la hacienda corría de un lado a otro, todos andaban muy nerviosos y Antonia vio a la familia Pérez con un montón de maletas.
Se apuró a interrogar a Jennifer
-Jennifer ¿A dónde va tu familia?-
-Nos vamos del país, mi papá dice que nos marcharemos a Francia, tiene unos amigos que nos van a llevar-
-¿Por qué?  ¿Qué pasó?-
-No me quieren decir, dicen que son cosas de grandes, que después lo voy a entender-
-No quiero dejar de verte-
Antonia abrazó a su amiga
La madre de Jennifer tomó la mano de su hija:
-Vamos, Jenny, antes que vengan-
Jennifer se puso a llorar:
-Adiós, Antonia,  jamás me olvidaré de ti, amiga mía-
-Jennifer...
La señora Rebeca apareció:
-Antonia, vamos pa' la casa, es peligroso estar afuera-
Antonia no entendía que estaba  pasando ¿Por qué todo el mundo actuaba con miedo?
-¿Que está pasando en la hacienda?-  le preguntó a su mamá
Pero no le respondió.
-¿Que está pasando?- volvió a preguntar
-Son cosas de grandes, hija, no puedo explicarte ahora-
Se metieron a la casa y de ahí no salieron el resto del día. 
Antonia estaba asustada, sus padres nunca habían actuado así, Don Gregorio preparaba una escopeta y la señora Rebeca no dejaba de mirar por la ventana. Ambos estaban asustados.
-Antonia, escucha bien, si algo nos pasa debes ir donde tu tío Enrique-
-¿De qué hablas, mamá? ¿Qué es lo que va a pasar?-
Su madre no respondió, la besó en la frente y luego continuó mirando por la ventana.
Antonia estaba un poco confundida
-¿Qué pasa?-
Le preguntó a su abuela
-Hombres malos, mi niña- dijo la anciana - hombres malos han arruinado esta época  de gloria para el pueblo- los ojos de la abuela se humedecieron- esperemos que esta pesadilla termina pronto-
Antonia nunca había visto llorar a su abuela, eso la preocupó aun más.

Por la noche la señora Rebeca hizo que Antonia se acostara temprano
-No salgas de tu pieza a menos que te llamemos- le dijeron
Antonia no pudo dormir, se quedó tendida sobre su cama intentando escuchar que estaba pasando  en el comedor.
Pudo oír a su padre hablar mal de los militares y echar garabatos mientras cargaba su escopeta.
De pronto se escucharon disparos afuera
-¡Ya vienen!- gritó la abuela Ercilia
-¡No van a entrar a esta casa, milicos de mierda!- gritó Don Gregorio
Se escuchó un sinfín de balazos y luego un grito de dolor
Antonia temió lo peor
-¡Echen abajo la puerta!- gritó alguien     
Se escuchó un horrible ruido y luego la señora Rebeca comenzó a gritar
-¡Antonia, Antonia, tienes que salir de la casa!-
Golpearon la puerta de la habitación de Antonia
-¡Antonia, abre la puerta!- le dijo su madre, estaba aterrada
Antonia obedeció
-¿Qué pasa, mamá ?-
-Toma toda la ropa que puedas y vete donde tu tío Enrique-

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