Resumen: Tras haber tenido sexo en el
gimnasio con Paolo, Paulina sale confiada, pero todos los que estaban ahí han
escuchado sus gritos....
Paulina no supo qué hacer, casi todos los
que estaban en el gimnasio voltearon a verla.
Había muchas mujeres, pero también algunos hombres , todos esbozaban una
sonrisa, habían escuchado sus gritos de placer cuando Paolo se lo metía.
-¡Ay no!-
Paulina salió del gimnasio a toda prisa
-No vuelvo más acá, ya no-
Todo el camino se fue recordando lo que
había pasado con Paolo.
Ella nunca había engañado a Héctor.
Hasta ahora.
-La cagué, tenía que haberme resistido- se
mordió los labios- pero es que él es tan rico...
Estuvo nerviosa todo el día ¿Sería
capaz de disimular ante Héctor?
-¿Que hice? ¿Qué hice? Mas encima todo el gimnasio me escuchó....¡Que
vergüenza! Ojalá que no me haya escuchado
alguien conocido sino estoy perdida-
Cuando Héctor llegó Paulina se esforzó por
disimular su nerviosismo, pero él se dio cuenta
-¿Que tienes? te noto intranquila-
-No, nada-
Para colmo Liliana y Miguel fueron de
visita, el muchacho no dejaba de mirar a Paulina, ella no olvidaba que había
intentado besarla a la fuerza y evitaba mirarlo, pero ni la inquietud que le
provocaba Miguel borraban sus nervios por lo que había ocurrido.
Todavía le parecía sentir en sus labios los
ardientes besos de Paolo. Nadie nunca la
había besado con tanta intensidad, con tanta pasión.
Cuando Liliana y su pololo se despidieron,
este último le cerró un ojo a Paulina
-Aweonao- pensó ella
Por la noche Paulina se daba vueltas de un
lado a otro de la cama. Todavía sentía
por todo su cuerpo las caricias de Paolo, sus besos en las tetas, su verga
penetrándola...
-Mijito...
Y la sensación de culpa volvió a esfumarse.
Por la mañana la toxica y los demás
alcohólicos estaban reunidos en el sitio eriazo de la esquina molestando a todo aquel que pasara por la
calle mientras se tomaban unas cervezas
Paulina pasó con su hijo
A la toxica y a la tanque les caía mal.
-Ahí va la weona que se cree cuica, weon-
dijo la tanque
Paulina ni les hizo caso.
Ño Ceferino se unió al grupo y empezó a tirarle besos:
-Paulinita, venga-
El viejo se imaginaba tocando aquel cuerpo
tan blanco
-Venga, mijita, yo le voy a enseñar lo que
es bueno-
-Ordinarios- dijo Paulina
Y cuando pasó de vuelta volvieron a
molestarla
-Se hace la weona y apuesto a que se lo
come doblao-
Paulina apuró el paso.
Por
la tarde Héctor le tenía una sorpresa: una invitación a cenar en el
mejor restaran de la ciudad
-Dejamos al seba con la Liliana- dijo
Héctor
Bueno-
-Podríamos aprovechar de irnos a algún
motel después, mañana no trabajo y
podemos salir hasta tarde-
-Jijiji, me gusta la idea-
Era la oportunidad perfecta para pasar un
buen rato junto a su marido y olvidarse de lo que ocurrió con Paolo.
Liliana también tenía planes para esa noche
y por supuesto que incluían a Miguel
Continuará...

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