Paulina comenzó a trabajar en un restauran
como mesera part time, pero no por eso dejó de salir de parranda.
Fue precisamente en una fiesta donde ella conoció el amor, o lo que en un
principio creyó que era amor.
Paulina estaba sentada junto a unas amigas
cuando un muchacho se acercó para invitarla a bailar. Ella no quiso aceptar en un principio, pero
ella terminó por aceptar
-Bueno, bailemos- dijo tras unos minutos
Parecía que el
muchacho se había puesto de acuerdo con el que ponía la música, porque en el
instante en que sacó a Paulina a bailar, empezó a sonar una canción romántica.
Comenzaron a bailar al son de aquella
canción que hablaba de amores a escondidas.
-Me llamo Gabriel- dijo el muchacho
-Yo soy Paulina-
Fue
así como empezaron a conversar y lo que solo era un baile se convirtió
en una romántica noche para Paulina.
Ella no creía mucho en el amor, no le daba
importancia a eso que la gente llamaba “enamorarse” pues a ella nunca le había
pasado, le habían gustado algunos muchachos en el liceo, pero siempre
terminaban decepcionándola. Fue lo que
mató o sepultó momentáneamente su creencia en el amor.
Sin embargo, con Gabriel la cosa fue
distinta; luego de aquel baile volvieron a juntarse la noche siguiente y el
muchacho fue encantándola poco a poco.
Hasta que llegó el primer beso.
Gabriel y Paulina habían quedado flechados
y aquel fue el inicio de un lindo romance.
Pero como siempre Doña Olivia no estaba de
acuerdo con las decisiones de Paulina:
-No me gusta ese cabro para ti- le dijo
- A ti no te gusta nada de lo que yo
elijo-

No hay comentarios:
Publicar un comentario