sábado, 26 de septiembre de 2015

LA CHICA DE OJOS BONITOS, CAPITULO 4

Sin embargo Gabriel logró ganarse la simpatía de su suegra y ella poco a poco lo aceptó como su yerno.


Paulina empezó a estudiar y su vida pareció tomar un buen rumbo, hasta dejó los carretes a pedido de Gabriel.
Un día el le propuso algo inesperado:
-Vámonos a vivir juntos, pauly, conseguí una buena pega, nos alcanzará para arrendar una casita y vivir tranquilos y felices-
Paulina se entusiasmó con la idea; era un nuevo proyecto de vida para ambos.


Se mudaron a un barrio tranquilo.  El consiguió un muy buen trabajo y Paulina pretendía seguir estudiando, pero las circunstancias la hicieron  cambiar de opinión.

Después de unos meses de vivir con Gabriel ella quedó embarazada y sus planes cambiaron: decidió posponer sus estudios al menos hasta que su hijo estuviera grande.
Gabriel estaba feliz, sin embargo la maldita rutina terminó por agobiarlos a ambos.
Llegaba tan cansado a la casa que ni siquiera tenia ánimos para salir  con Paulina. 
Ya no había palabras de cariño y el amor que sentía en un principio parecía haberse esfumado y aquel muchacho simpático del que ella se enamoró se había transformado en un ogro que ni siquiera le decía un “Te quiero”, que ni siquiera le había preguntado como había estado su día.

El nacimiento del bebé pareció cambiar aquella situación y la alegría y el amor volvieron a la pareja.
Otra vez se hicieron presentes los tiempos felices.



Pero pasaron tres años y el fantasma de la rutina volvió a instalarse entre ellos.

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