Juan no quiso preguntar por la guitarra
pues estaba muy feliz con los regalos que hasta el momento había recibido.
A mitad de la fiesta, la abuela Eva
(Media alegrona de tanto tomar chicha) hizo callar a todos y empezó a tocar una
cueca.
A todos les gustaba bailar cueca,
incluso a Juan, el niño iba a sacar a bailar a Ingrid, una vecina de su misma
edad, pero…
-No, Juan- le dijo la abuela Eva-tú acompáñame
a tocar la cueca-
-No tengo con que tocar, abuela-
-¿Y esta guitarra?- preguntó la señora
Elsa quien llevaba una hermosa y reluciente guitarra en las manos
-¿Y esa?- le preguntó Juan
-Es tu regalo, hijo, de parte de tu
abuela y mío-
-Gracias-
Juan casi llora de emoción, tocó la
guitarra: venia afinadita.
-Siéntese al lado mío y toquemos una
cueca- le dijo la abuela
Juan se sentó al lado de ella
-Vamos a tocar “La consentida” – dijo la
abuela
Y ambos empezaron a tocar:
“..Déjame que te llame; la consentida….”
La señora Elsa se emocionó al ver a su
hijo tocar guitarra
-Toca tan re lindo- decían los vecinos
-Su sueño es ser folclorista, tal como
su abuela-
Juan y su abuela se ganaron el aplauso
de todos los presentes
-¡Otra, otra!- gritaban
Y Juan y su abuela empezaron a tocar
otra cueca.
La señora Elsa miraba muy contenta, pero
su sonrisa se esfumó cuando vio al hombre que estaba parado en la puerta.
El padre de Juan.

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