miércoles, 4 de enero de 2017

SUREÑA DE MI ALMA, CAPITULO 6

-¿Cómo un muchacho tan lindo no tiene polola?-
Sus ojos me inquietaban, me ponían más nervioso, parecían desnudarme, yo me sentía intimidado y ella parecía notarlo.
-¿O te dan miedo las mujeres?- me preguntó
-N-no-
-¿Seguro?-
Se sentó a mi lado, sentí calor, mucho calor
-Se…Seguro-
Sonrió.  Dios, Que linda era su sonrisa.
-Bueno, te dejo ir tranquilo, de seguro tienes muchas cosas que hacer, gracias por ayudarme-
-De nada-
Salí de la casa un tanto aliviado, ignorando que mi corazón se quedaba ahí con ella, que sus ojos y su sonrisa habían anidado en mi interior.

¿En qué momento me empezó a gustar Érica? Si yo siempre lo único que hacía era mirarla desde lejos Jamás la hablé.
  Tal vez me gustaba porque representaba todo lo que yo no era: un espíritu rebelde y libre.
Ahora la veo y recuerdo el olor de su perfume, recuerdo su risa y las margaritas que se le forman cuando se ríe.
Sí, me enamoré de Érica, mi sureña hermosa.

Y una mañana la volví a encontrar cuando fui al pan..
Me puse a tiritar como si estuviera hecho de gelatina
-Hola- me dijo
Dios, lucia hermosa.  Hizo que mi garganta se secara y que mi pulso se acelerara
-Hola- le dije como un autómata
-Nunca más fuiste a visitarme. ¿Tan mal te caí?-
-No-
Y de improviso me tomó del brazo


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